Terremoto de Pisco

¡17 años del terremoto de Pisco! Recordando la sacudida que dejó huella.

Hoy se cumplen 17 años del devastador terremoto en Pisco. Un viaje por la memoria de una noche trágica que nos recuerda la fuerza de la naturaleza.

El 15 de agosto de 2007, a las 18:41 horas, un poderoso terremoto de magnitud 7.9 golpeó la ciudad de Pisco, en el sur de Perú. Este fenómeno natural surgió del cosquilleo de las placas tectónicas Nazca y Sudamericana bajo nuestros pies, que al moverse generaron un sismo que dejó a su paso un panorama desolador. Durante esos breves pero intensos minutos, las vidas de miles de personas cambiaron para siempre, y se instauró un caos que resonó en la memoria colectiva de la población peruana.

Los testimonios de quienes vivieron aquella experiencia son desgarradores. Will Pillco Mayuri, quien solo tenía 4 años en ese momento, recuerda el miedo y la confusión que sintió mientras la tierra temblaba. La angustia de los adultos y el sonido ensordecedor de las estructuras colapsando formaron parte del paisaje que se apoderó de Pisco esa noche. Sin embargo, la resiliencia de la población a lo largo de los años ha mostrado que, a pesar del polvo del desastre, siempre hay lugar para la reconstrucción y la esperanza.

Hoy, a 17 años de aquella tragedia, los perlitas aún sienten las secuelas del sismo. Algunas edificaciones siguen mostrando las cicatrices de aquel día, y organizaciones como la institución educativa Juan XXIII están clamando por ayuda. La capilla San José, símbolo de la fe de la comunidad, también está en la lista de infraestructuras que requieren atención urgente. La lucha por mantener la memoria viva y atender las necesidades actuales es un esfuerzo compartido por muchos, quienes quieren que Pisco no sea solo un recuerdo de dolor, sino también de fortaleza.

Curiosamente, el terremoto de Pisco no solo dejó fisuras en la infraestructura, sino también en el corazón de los peruanos. Se estima que más de 500 vidas se perdieron y miles de personas quedaron desplazadas. Sin embargo, cada aniversario nos motiva a reflexionar sobre la capacidad de superación de la comunidad. Y recordemos, además, que este evento debe servirnos para seguir educándonos sobre prevención y respuestas ante desastres naturales, porque nunca se sabe cuándo podría llegar el próximo sacudón. Así que, como siempre se dice, hay que estar preparados, pero también mantener el espíritu alto, porque después del temblor, siempre viene la reconstrucción.